viernes, 4 de junio de 2010

Médico, televisión y filosofía


El análisis de los planteamientos vitales del doctor House en un libro que vincula al protagonista de la serie con los grandes del pensamiento.
Por Antonio Rico

¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? ¿Estamos solos en la galaxia, o acompañados? ¿Qué es el ser? ¿Qué es la esencia? ¿Qué es la nada? ¿Qué es la eternidad? ¿Somos alma? ¿Somos materia? ¿Somos sólo fruto del azar? ¿Es fiable el carbono 14? ¿Es nuestro antepasado el hombre de Orce? Siniestro total, el grupo gallego de punk-rock, planteó estas preguntas filosóficas mucho antes de la llegada del doctor Gregory House a nuestras vidas. Si los chicos de Siniestro total quisieran actualizar su éxito filosófico-punk, tendrían que añadir esta pregunta: «¿Quién es el doctor House?». A la espera de que los creadores de «Los esqueletos no tienen pilila», «Me pica un huevo» o «Más vale ser punkie que maricón de playa» se decidan a añadir una línea a la letra de «¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos?» en homenaje a nuestro médico punk-rock televisivo favorito, habrá que leer La filosofía de House, de William Irwin y Henry Jacoby (con la ayuda de un montón de colaboradores).
¿Quién es House? Un brillante bastardo consumidor de pastillas que cojea por los pasillos del Hospital Princeton-Plainsboro golpeando a la ética médica con un movimiento de su bastón. Y un gran médico. Y una estupenda excusa para hablar de filosofía zen y de filósofos como Russell, Sócrates, Sartre, Nietzsche, Occam, Peirce, Leibniz, Bentham y Stuart Mill. Hablemos de medicina y filosofía, entonces, pero tomando La filosofía de House como si fuera una guía turística.
- House y Russell. El doctor House encuentra a Foreman en la capilla del hospital (tiene remordimientos tras haber perdido a un paciente) y le susurra: «¿Estás hablando con tu amigo imaginario?». A un paciente que quiere morir para «dejar de ser prisionero de su cuerpo», House le dice: «No hay Más Allá, sólo hay esto». House no cree en Dios ni en al Más Allá. Si, al final, resulta que sí hay un Dios, un alma y un Más Allá, House podría decir lo mismo que diría Russell: «Dios debió darme más evidencia».
- House y Sócrates. Una paciente de House está a punto de morir, y House descubre en el último momento qué es lo que le va a matar. Su paciente, sin embargo, no quiere saberlo. House, perplejo, pregunta: «Esto te está matando, ¿no te interesa saber qué es?». Sócrates, para quien una vida sin examen no vale la pena de ser vivida, entendería a House. Además, un capítulo de la serie «House» se llama, precisamente, El método socrático, y House cree que el método de Sócrates es «la mejor manera de enseñar todo, excepto a hacer malabares con sierras eléctricas».
- House y Sartre. El ser y la nada y A puerta cerrada (dos obras de Sartre) y los actos de House tienen el mismo mensaje: los seres humanos necesitamos de los otros no sólo en el evidente sentido físico, sino también en el psicológico. Los demás generan ansiedad, pero también definen quiénes somos. Sartre decía que el mundo está «infectado» por los otros. House, de modo parecido, describe la presencia de los demás como una enfermedad ontológica.
- House y Nietzsche. Nietzsche y House son más provocadores que profetas. House enseña a su joven personal las virtudes del superhombre nietzscheano, porque quiere que piensen con independencia y que «superen» su formación anterior. House es el supermédico, el médico con la disciplina y voluntad necesarias para sobreponerse a lo establecido en la profesión. House rompe con las costumbres, la tradición y la ley: falsifica prescripciones, miente, viola la legislación de fármacos, y hace todo esto con indiferencia. La fuerza de voluntad de House, su falta de arrepentimiento y sus maneras inconformistas apuntan a la dirección sugerida por Nietzsche.
-House y Occam. Un capítulo de «House» se llama La navaja de Occam. Según el filósofo medieval, si tenemos dos o más teorías, todas ellas consistentes con los datos de los que disponemos, debemos preferir la teoría más simple. Vale. Pero House se plantea en qué consiste la simplicidad, y prefiere las explicaciones elegantes, novedosas y, si puede ser, divertidas. House, una actualización de Occam, plantea interesantes cuestiones como: ¿qué constituye la simplicidad? o ¿deberían los valores estéticos como la elegancia contar a favor de la verdad de una explicación?
- House y Peirce. House practica lo que él llama «razonamientos hacia atrás», y la versión formal de esta manera de razonar fue desarrollada por el filósofo Charles S. Peirce, que la llamó «abducción». Un ejemplo de «abducción» a la manera de House: un paciente le pregunta por qué su piel es anaranjada, y House adivina el porqué y, además, le dice que su esposa está teniendo una aventura, puesto que no ha notado que su marido ha cambiado de color.

Razón, utilitarismo y filosofía oriental
- House y Leibniz. House apoya el «Principio de razón suficiente» de Leibniz: nada tiene lugar sin razón suficiente, esto es, no ocurre nada sin que sea posible que alguien sepa suficientes cosas para dar una razón suficiente que determine por qué es así y no de otra forma. No hay, pues, sucesos aleatorios o inexplicables: siempre hay una razón que explica por qué ocurren las cosas. House sigue este principio cuando Wilson dice que a veces los pacientes mejoran sin ninguna razón, y House replica que no es cierto, es sólo que no sabemos la razón. House no soporta las enfermedades que otros médicos llaman «idiopáticas» (de origen desconocido): «idiopática, del latín, significa que somos idiotas», dice House, porque no podemos descubrir qué es lo que está causando la enfermedad.
- House, el taoísmo y la filosofía zen. Parece que House se alía con el punto de vista occidental, que destaca el poder de la razón, y no con el oriental, que hace hincapié en los límites de ésta; pero House es capaz de decir a Cameron que lea menos y vea más la tele, un comentario (muy a lo Homer Simpson) que implica un reconocimiento de las limitaciones de la razón. Por otro lado, y del mismo modo que un maestro zen intenta que sus estudiantes se abran al mundo contestando sin sentido a sus preguntas, tirándoles un zapato o ladrando, House también intenta desestabilizar a su equipo con sus groserías hasta que surge una revelación original. La indiferencia de House ante sus pacientes («es fácil tratar a alguien si te importa un rábano») es una actitud muy parecida a la sentencia taoísta: «Los sabios tratan a la gente común como si fueran perros de paja».
- House y Bentham. El utilitarismo de Bentham propone llevar a cabo las acciones que produzcan las mejores consecuencias posibles a largo plazo, lo cual significa que a veces hay que hacer daño si eso permite lograr un bien mayor o evitar un daño peor. Escuchemos a House: «Tomo riesgos y a veces los pacientes mueren, pero no tomar riesgos hace que mueran más pacientes, así que supongo que mi mayor problema es que he sido dotado con la capacidad matemática de hacer bien las cuentas».
- House y Stuart Mill. En Sobre la libertad, Mill dice que si queremos una sociedad que sea capaz de buscar de forma significativa la verdad, necesitamos una sociedad en la que exista un rico y sólido mercado de ideas, y para eso debemos fomentar a los excéntricos y sus experimentos de vida. Se puede aprender mucho de los House (o los Diógenes) de este mundo: la excentricidad tiene gran utilidad social.
Y podríamos seguir con House y Aristóteles, Kant y muchos más. Pero sólo hay espacio para una última pregunta: ¿querría usted que House fuera mejor persona? Puede que su respuesta sea que, en caso de sufrir una enfermedad grave, absolutamente no. En ese caso, le convendría soportar las groserías, la deshonestidad y la disposición a romper la ley de un médico punk al que no queda más remedio que aguantar cuando su bastón es el último clavo al que agarrarse.
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